Jorge Martos, Consultor Ejecutivo mundoFranquicia
Cuando hablamos de las ventajas que ofrece invertir en una franquicia, sin duda una de las más atractivas para los interesados es la posibilidad que trabajar “en exclusiva” en una zona
La llamada zona de exclusividad la podemos definir como el área designada por el franquiciador en la que el franquiciado tiene derecho a explotar su negocio. Esta zona de exclusividad es un elemento esencial en la relación contractual que se establece entre el franquiciador y el franquiciado, en el que mediante las cláusulas que conforman dicha relación se establece una delimitación geográfica que ambas partes deberán respetar durante la vigencia del contrato.
Es importante saber que establecer la zona de exclusividad, a priori no es tan simple como dividir un área geográfica de forma homogénea. Está delimitación dependerá de las características propias de cada franquicia, en el que el franquiciador deberá hacer un estudio teniendo en cuenta una serie de variables entre los que podríamos encontrar: el sector en la franquicia que opera, los productos y/o servicios con los que acude al mercado, la competencia presente en la zona, el perfil del consumidor, número de habitantes, metros cuadrados del local, entre otras.
No obstante una vez analizado estas variables, no es de extrañar que ante la incertidumbre de cómo evolucionará el modelo de negocio en una red de franquicias, se sigan teniendo dudas en torno a esta “amplitud ” de zona que la central franquiciadora estaría dispuesta a conceder. El temor a que, en un futuro, ante el éxito de la franquicia el mercado “pidiera” abrir otras unidades de negocio en esta misma zona, siempre estará presente.
Cabe decir que, con independencia a lo anteriormente comentado, realmente no existe una obligatoriedad contractual a delimitar una zona de exclusividad para el desarrollo del modelo de negocio, aunque sí que resulta recomendable. De esta manera, un franquiciado no solo contará con el componente atractivo que ello conlleva, sino que además contará con la seguridad y tranquilidad suficiente para explotar su negocio sin que exista una competencia directa (ni en la marca, ni en el producto) y por consiguiente permitirá recuperar la inversión y rentabilizarlo lo antes posible.
En el caso de que no se viera delimitada una zona geográfica, el franquiciador se vería en la libertad de permitir la apertura de otras unidades de negocio en dichas zonas (o incluso él mismo), pudiendo provocar un proceso de “canivalización” que perjudicaría al negocio y a su viabilidad, aspecto que sin duda un franquiciado no estaría dispuesto a asumir.