Desde el pasado 14 de marzo, día en el que se decretó en España el primer estado de alarma (el segundo, acaba de establecerlo nuestro gobierno para afrontar una segunda fase de la pandemia que está asolando Europa) no han sido pocos los empresarios que se debaten ante la disyuntiva de franquiciar sus negocios o no iniciar su expansión en franquicia en estos momentos. Aunque hay segmentos más castigados que otros, diría que esta duda es sectorialmente generalizada en tanto así lo hemos podido comprobar a partir de las numerosas consultas que se nos hacen en este sentido.
La duda no la muestran los empresarios entre la opción de desarrollarse en franquicia o la de no hacerlo, algo ante lo que se muestran claros y contundentes, sino precisamente en el momento de dar un paso tan relevante como es el de hacer crecer sus empresas y acometer esta expansión cooperativamente con otros empresarios.
¿Cómo empezar a franquiciar en un momento en el que todo parece derrumbarse? ¿Cómo plantear una asociación empresarial para desarrollar cualquier tipo de negocio, sea del tipo que sea y se encuentre en la zona en la que se encuentre, cuando este debe afrontar su explotación con sometimiento a más o menos restricciones por motivos de seguridad? ¿Cómo podemos franquiciar un negocio que, por el establecimiento de unos horarios inusitados de apertura y cierre, que por razones de distanciamiento social o cualquier otra exigencia de seguridad o simplemente por el confinamiento temporal o total de su clientela potencial, no puede realizar en plenitud su actividad y ve afectada seriamente una cifra de ventas que se muestra totalmente insuficiente para la cobertura de sus costes?
¿Difícil verdad? Francamente lo es. Es un tiempo complicado y posiblemente el peor para cualquier empresario. Es cierto que este se enfrenta a algo desconocido, imprevisto, pero también que precisamente por eso se ve obligado a adoptar decisiones con las que mejorar la competitividad de su negocio, adaptarlo a las exigencias de unas circunstancias tan adversas y reguladas como las que vivimos y predisponerlo a un funcionamiento pleno para cuando las fatídicas curvas de contagios remitan, algo que nadie dude ocurrirá más pronto que tarde.
Y es precisamente en un contexto general de adopción de decisiones de peso donde la franquicia muestra sus mejores facetas y las múltiples ventajas y beneficios inherentes al asociacionismo comercial que en sí misma representa.
La franquicia es, para empezar, una estrategia de mejora del propio modelo de negocio que, al estar basada en un también enfoque estratégico de asociación con empresarios independientes, comparte los riesgos de un tercer frente estratégico en el que se concreta la expansión de la empresa y su propio crecimiento orgánico. Tan solo la franquicia como sistema de expansión compartida puede ofrecer a una empresa los factores de competitividad que esta requiere, permitir la extensión de su oferta comercial a nuevos mercados y por ende aumentar cuotas de mercado y cifras de facturación. Y lo que es mejor, esto será algo que puede conseguirse de forma rápida y económica. Al menos, en menos tiempo y costes que en los que la empresa incurriría enfocando su crecimiento con sus propios recursos financieros y humanos.
Siempre mi respuesta a ese dubitativo empresario es la misma: ¡el momento es ahora! Es precisamente en situaciones de adversidad donde debe verse la oportunidad y aprovecharla sin reservas. Es ante circunstancias especialmente hostiles en las que el empresario tiene que adaptarse y en muchas ocasiones reinventarse, hacer mejoras y tomar posiciones y para ello es evidente que la franquicia se lo permitirá de forma incuestionable y además en todos los frentes del negocio.
Carpe diem. Es importante que la empresa aproveche momentos como estos para marcar distancias con la competencia y distinguirse ante la clientela. Nada mejor que emplear estos próximos meses para hacer unos de los movimientos estratégicos más contundentes que puede acometer una empresa: hacer su proyecto de franquicia.
Es hora de definir estrategias de negocio, de organización y de expansión; hacer planes financieros, números y más números; documentar su propuesta en términos informativos, contractuales y operativos y, en definitiva, prepararse para un crecimiento que compartirá con esos otros muchos y muy cualificados empresarios, víctimas laborales de un mercado de trabajo que continuará experimentando un severo y galopante enfriamiento y que los dirige irremediablemente hacia el autoempleo. En definitiva, habrá (ya los hay) más y mejores posibles franquiciados con los que acabar de cuadrar la ecuación. Es el momento perfecto. Franquiciar sí y hay que hacerlo ahora.
¿Te lo vas a perder?
Firmado por Mariano Alonso,
Director general de mundoFranquicia