Por Mariano Alonso, Socio Director General de mundoFranquicia
El invencible Batman no hubiera podido luchar contra el crimen organizado sin la ayuda de su fiel amigo Robin. D’Artagnan no habría podido con toda la guardia de Richelieu sin tener al lado las espadas de Athos, Porthos y Aramis ¿Qué hubiera podido hacer el Capitán Trueno sin sus fieles Crispín o Goliath? Hasta el infalible Tintín no habría tenido nada que contar si Milú no le hubiera sacado de más de alguna situación comprometida y seguramente más complicada aún por la colaboración del entrañable Capitán Haddock.
Y es que está claro que, por mucha capacidad y habilidades que atesoremos, no podemos hacerlo todo solos, que necesitamos ayuda para conseguir objetivos o, al menos, para que los resultados se acerquen más éstos.
Compartir retos y hacerlo planteando una distribución de las ganancias con aquellos que puedan ayudarnos a alcanzarlos, es el camino más corto y rápido a la satisfacción, al cumplimiento de metas y al tick rojo en la casilla de ‘objetivo conseguido’.
Crecimiento empresarial, ¿mejor solo o acompañado?
Si de lo que se trata es de abordar un crecimiento empresarial, este puede plantearse de forma directa – mediante inversiones acometidas por el propio empresario -, o incluso indirecta – delegando en otros intermediarios la totalidad o parte de las acciones del proceso-. Pero no olvidemos que también podemos crecer de forma compartida mediante la acción conjunta de varias empresas para la consecución del objetivo común. La cooperación de una o varias empresas se concretará en estos casos en aspectos comerciales, financieros, logísticos, productivos y/o tecnológicos y, aunque pueda establecerse entre empresas locales, o entre empresas locales y extranjeras, el denominador común de las diferentes alternativas de esta modalidad de expansión será el establecimiento de equilibrios interempresariales de tipo operativo y funcional, en la adopción de decisiones y, claro está, en la obtención de ganancias.
Es precisamente en este formato de crecimiento colaborativo donde la franquicia se muestra como el sistema más adecuado y eficaz, como un acuerdo asociativo en el que las dos partes del contrato, independientes e iguales, aúnan esfuerzos y recursos, dirigiéndolos hacia un propósito cuya consumación habrá de rentabilizar la intervención de ambos.
La experiencia del franquiciador para replicar el éxito con sus franquiciados
Uno, el franquiciador, transmitiendo sus experiencias y conocimientos técnicos, supervisando la actuación de su asociado y asistiéndole en todo aquello que sea preciso para la culminación con éxito de un modelo reiterado. Y este último, el franquiciado, asumiendo inversiones y gestión siempre acordes a unos requisitos y reglas de juego planteadas por el franquiciador sin más capricho que ver reproducidos los beneficios ya conseguidos en sus experiencias previas y propias y participar en ellos en los términos previamente convenidos
¿Crecer a título propio?
Claro que sí. Por supuesto que es posible. Siempre es una buena noticia saber de empresarios que no tienen la más mínima limitación financiara y cuya falta de escasez de recursos le permiten hacerlo todo solo. De empresarios que no tienen la más mínima aversión al riesgo y que optan por abrir negocios en cualquier zona, por muy alejada que esté y por poco que conozcan esos nuevos mercados.
Me alegra la seguridad de un empresario que confiará siempre más en estructuras propias, de indubitable y excelente profesionalidad, por supuesto, que en la motivación y en las aspiraciones de franquiciados que, como dueños de sus propios negocios, facilitan el control de su actuación buscando siempre un mayor rédito.
Si no podemos crecer a título propio, o al menos hacerlo de forma tan rápida, siempre podremos franquiciar nuestros modelos de negocio, dejarnos ayudar por nuestros franquiciados y no hacerlo todo solos. Lo contrario no es imposible, pero no resultará sencillo. Otra cosa es pensar en escribirle a los Reyes Magos. Pero no olvidemos que hasta ellos… eran tres.