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El ADN del emprendedor: 15 perfiles

Juan Carlos Higueras, Asesor de empresas, Conferenciante, Profesor en Escuelas de Negocios, Business Angel y Managing Director en OZ CAPITAL PARTNERS 

En los últimos años, se está hablando mucho sobre la figura del emprendedor y de su perfil para poder comprender si, tras cualquier modelo de negocio, se esconden individuos que tienen una genética común.

Hay una famosa frase que dice que si no trabajas para construir tus propios sueños terminarás trabajando para construir los de otro lo que determina que unas personas sean emprendedoras, desarrollen modelos de negocio y, otras sean ejecutoras y se encarguen de mantenerlos en marcha.

En los últimos años, se está hablando mucho sobre la figura del emprendedor y de su perfil para poder comprender si, tras cualquier modelo de negocio, se esconden individuos que tienen una genética común y, por tanto, ser capaces de descifrar su ADN para poder identificar fácilmente aquellas personas que tienen mayor o menor predisposición a emprender.

Aunque hace años que se debate en muchas escuelas de negocios si el emprendedor nace o se hace, la realidad es que no hay consenso. Unos piensan que la personalidad del emprendedor se va forjando mediante el entorno que le rodea y otros que las características que le diferencian de los demás mortales, son únicas, están relacionadas con su naturaleza intrínseca y, por tanto, el entorno favorece o impide su desarrollo.

Igualmente, para muchos economistas, el emprendedor es un individuo que tiene naturaleza de líder y que atrae a otros para poder crear organizaciones productivas, sin embargo, otros opinan que el emprendedor es un agente económico que, en una economía de mercado, compra los medios de producción con un coste, los combina y crea valor mediante un nuevo producto o servicio.

Independientemente de que haya o no unos rasgos comunes, lo que todos sabemos es que hay personas que son muy lanzadas, que no tienen apenas miedo ni sensación de vértigo cuando acometen nuevos proyectos, mientras que otros son excesivamente parados y conservadores, no quieren complicaciones de vida y buscan la estabilidad y la seguridad por encima de todo.

En general, suele decirse que los emprendedores son personas a quienes les atraen los retos, asumen riesgos, tienen una mente muy abierta (visionarios), son innovadores, trabajan en equipo, son unos apasionados que disfrutan de lo que hacen a la vez que transmiten esa motivación a otros, son creativos, ambiciosos, generadores de confianza, buscando continuamente oportunidades de negocio, incansables frente a los problemas (a los que buscan soluciones) debido a su elevada determinación y persiguen la búsqueda de nuevas formas de hacer negocio. Igualmente son líderes de sus equipos, capaces de alinear a todos sus empleados con sus propósitos, si bien, todos ellos tienen un elemento común, hacen que las cosas ocurran, lo que en mi opinión es el factor determinante para ser emprendedor.

Si miramos el perfil de riesgo de los españoles, de acuerdo con algunos estudios, casi el 50% de los jóvenes universitarios tienen como objetivo trabajar como funcionarios o bien hacerlo en una empresa multinacional, lo que contrasta con que menos del 19% está sopesando crear su propia empresa, el 3,4% serían autónomos y el 1,2% estarían dispuestos a trabajar en la empresa familiar.

Es cierto que, poco a poco, va creciendo el número de jóvenes y maduros que deciden ser emprendedores, pero no es menos cierto que los factores que impulsan este lento cambio están relacionados con el entorno. Por un lado, las fuertes tasas de paro estructural, la crisis económica vivida y los bajos niveles salariales, están fomentando que cada vez más personas se apunten al emprendimiento por pura necesidad. Por otro, el cada vez mayor apoyo de las instituciones hacia los emprendedores y el desarrollo de programas sobre creación de empresas en las escuelas de negocio, junto con el ecosistema de Silicon Valley, aderezan un buen caldo de cultivo.

En línea con lo anterior, entre los diferentes tipos de emprendedores, por mi experiencia, me atrevo a clasificarlos en 15 perfiles que, en alguna medida, pueden solaparse o converger en algunas personas.

1. El inversor

Se trata de personas que han acumulado una determinada cantidad de capital y buscan rentabilizarla más allá de hacerlo mediante un fondo de inversión, un depósito a plazo o la compra de acciones en bolsa. Buscan rentabilidad y no están dispuestos a perder su patrimonio, por lo que son muy analíticos, reflexivos, abiertos a consejos y opiniones de terceros, ávidos lectores de informes económicos sectoriales y noticias de prensa, así como buscadores de buenas oportunidades de negocio con bajas incertidumbres, es decir, modelos de negocio muy claros, pero de alto valor.

Realmente no son ni empresarios ni emprendedores, son financieros que buscan maximizar su riqueza, tampoco suelen ser expertos en el negocio, ni siquiera les tiene que atraer, por lo que su involucración en el día a día suele ser baja

Buscan continuamente medir los datos financieros y KPIs que les interesan y toman decisiones de cambio antes datos adversos, incluso buscan compradores a los que vender la empresa cuando consideran que la relación rentabilidad-riesgo ya no es favorable.

2. El visionario

Consiste en un tipo de emprendedor que continuamente está retando al mundo que le rodea, busca cambiarlo y piensa en transformar sus sueños de futuro en realidades presentes. No le gusta trabajar para otros porque en muchas ocasiones considera que son pocos los que pueden aportarle algo y que él mismo debe ser quien lidere los cambios en el mundo. Suele trabajar simultáneamente en varias ideas y, para este perfil de persona, la empresa no es tanto un medio de generación de riqueza personal sino un mecanismo para que sus sueños se hagan realidad.

Muchas veces, su mente se encuentra en distinta frecuencia de la de sus colaboradores por lo que suele ser un incomprendido y, a veces, puede despertar la sorna de inversores y empleados. Por otro lado, suelen ser personas autoritarias, soberbias y egocéntricas que no admiten consejos ni que se les lleve la contraria. El aspecto positivo es que suelen ser trabajadores incansables que sólo piensan en mejorar sus ideas y batir a las empresas de la competencia, para lo que ponen toda su ilusión, corazón y energía en lo que están intentando desarrollar.

Si no tienen a alguien capaz de hacerles ver la realidad del momento, terminan quemando a los equipos de trabajo y desperdiciando los recursos de la empresa por su propia forma de ser, porque no les interesa la gestión y porque son una fuente inagotable de nuevas ideas, de modo que dejan muchos proyectos a medias para meterse en cosas nuevas, a la vez que su excesivo egocentrismo y autoconfianza pueden ser el origen de sus males.

3. El encantador de serpientes

Son personas muy persuasivas que tienen una elevada autoestima y que defienden a ultranza una idea de negocio o una mejora en un negocio existente, normalmente con buenos argumentos. Son convincentes porque transmiten confianza, ya sea porque en su pasado han tenido éxito en lo que han hecho o bien porque tienen excelentes dotes comerciales, son vendedores de arena en el desierto.

Algunos de ellos, sólo buscan el enriquecimiento personal, carecen de una mínima ética y son firmes defensores de los principios de Maquiavelo, “el fin justifica los medios”, de modo que no les tiembla el pulso a la hora de embaucar a inversores o colaboradores a sabiendas de que el riesgo de que pierdan su dinero es elevado, siempre y cuando este encantador consiga salir a flote de la situación.

Algunos son expertos en supervivencia empresarial y profesional, consiguen saltar del barco cuando se hunde y consiguen, pese al fracaso cosechado, convencer a otros para que apuesten por una nueva idea.

4. El emprendedor por accidente

Son consecuencia de los avatares del destino, personas que nunca habían pensado en emprender pero que un día reciben una llamada de un antiguo amigo, un excompañero de trabajo o un familiar que quiere montar un negocio y le gustaría que le acompañase, con inversión y con dedicación. Al principio, su interés es elevado, pero, salvo casos especiales, cuando aparecen los problemas de gestión o las propias necesidades de alta dedicación del negocio, si no tienen una fuerte convicción, tienden a dejarlo todo en manos del principal socio y buscar sólo rentabilidad sobre su inversión.

Aunque son personas que no ven con malos ojos los cambios y que pueden llegar a tener alta dedicación a la empresa, muchas veces, al no haber sido los dueños de la idea, no suelen coincidir con las decisiones del socio principal y terminan dándose cuenta de que una cosa es la amistad o la relación familiar y otra convivir muchas horas diarias con una persona que tiene un enfoque de gestión muy diferente.

5. El salvador del mundo

Se trata de personas que buscan resolver problemas de la sociedad a través de una idea de negocio, buscando una causa solidaria que les genere impacto o especial sensibilidad. No buscan realmente ganar mucho dinero o que se cumpla alguno de sus sueños sino simplemente ayudar a que haya un mundo mejor. Suelen crear fundaciones, ONGs y asociaciones en las que se dejan su vida, participan en conferencias y buscan, a través de los medios, un altavoz con el que sensibilizar a los demás con su causa.

El gran problema que suelen presentar es que, al poner todo su corazón en la causa, no aplican la razón y descuidan los aspectos clave del negocio que hacen sostenible el modelo solidario que intentan implantar.

6. El tecnológico

Es un tipo de emprendedor que está de moda hoy día, bajo la aparición de nuevas tecnologías y de internet. Busca desarrollar modelos de negocio más flexibles, eficientes y escalables, mediante desarrollos de páginas web o Apps y creando una startup tecnológica. Suele ser muy técnico y poco desarrollado en aspectos financieros o de gestión, lo que le hace pensar que la clave del negocio está más en la tecnología desarrollada que en la necesidad del mercado o el marketing. En este sentido, recomiendo leer un artículo muy interesante de Matt Swanson en TopTal.com ( https://www.toptal.com/it/la-nueva-ola-de-la-empresarialidad/es ) donde se habla en mayor profundidad del perfil de este tipo de fundadores de startups y como la facilidad de acceso a la tecnología está desarrollando nuevos tipos de empresarios que tienen que hacer frente a problemas de confianza y financiación al no pertenecer al exclusivo mundo de Silicon Valley.

7. El multitarea

Se trata de un emprendedor que está a caballo entre el visionario, el inversor y el oportunista, es muy bueno identificando buenos negocios, suele ser analítico

Son individuos que pretenden ser grandes empresarios no por tener un gran negocio sino por tener muchos simultáneamente. No quieren correr riesgos y buscan la dilución de los mismos mediante su involucración en negocios diferentes, diversificando sus opciones y generando múltiples fuentes de ingresos (y de problemas). Algunos dicen que, estos emprendedores son aprendices de muchos oficios pero, maestros de ninguno y, de hecho, el gran riesgo que tienen es que son como malabaristas, que buscan más los equilibrios de todos los negocios que el desarrollo y consolidación de uno sólo fuerte. Otro aspecto a considerar es que cuando uno de los negocios tiene problemas, su mente se centra en ello, descuidando a las otras empresas.

8. El desahuciado

Este tipo de emprendedor ha florecido en España tras la crisis, si bien aparece en cualquier ciclo económico. Se trata de empleados o directivos de grandes o medianas empresas que han sido despedidos y que tras varios meses buscando empleo y con el subsidio de paro agotado, deciden, ante la desesperación, dar un giro a su vida y crear un negocio o participar en uno ya existente, utilizando para ello, los ahorros o la indemnización recibida por el despido.

Suelen ser emprendedores no vocacionales, lo que significa que al principio dedican muchas horas de trabajo porque se juegan su futuro pero que cuando vienen los problemas y no saben cómo abordarlos, tienden a abandonar. Si, además, el negocio no es muy exitoso y sólo le permite sobrevivir, terminan dejándolo cuando reciben alguna oferta de empleo que les haga retornar a la senda de la estabilidad laboral.

9. El oportunista

Suele ser un perfil de persona que no necesariamente es un empresario, simplemente crea un negocio porque identifica un mercado con una necesidad insatisfecha, donde no hay compañías con una adecuada propuesta de valor. Se apoyan fuertemente en la falta de competencia o en la escasez de competidores que además no ofrecen una solución completa a lo que demandan los clientes, lo que les puede ayudar a encontrar posibles inversores. Sin embargo, ante la avalancha de incertidumbres de estos negocios, muchos de estos emprendedores no son conscientes de que, en muchas ocasiones, el mercado no genera tal demanda y, en otras, que la demanda es muy limitada, lo que dificulta desarrollar un modelo de negocio escalable y replicable.

10. El práctico

También los suelo denominar como el emprendedor low-cost o poco ambicioso, se trata de individuos que desean crear un negocio pero que no quieren realizar inversiones fuertes para crear una infraestructura adecuada, al menos hasta que no haya garantías de éxito. Reducen los gastos al máximo porque los considera innecesarios, busca la máxima rentabilidad en un modelo de negocio que ya funciona en el mercado, pero no busca el crecimiento. Es cierto que el concepto de Lean Startup nos indica que no se debe invertir demasiado hasta que la idea no esté cuajada y el modelo de negocio consolidado. Sin embargo, el práctico, ni siquiera invierte en tener una oficina mínima, quiere que todo se haga desde casa, él y sus socios, por el simple hecho de no gastar nada, ni siquiera abre una mínima página web y utiliza herramientas de comunicación y venta muy primitivas para evitar incurrir en costes desconocidos o elevados para él. En muchas ocasiones, tienen un elevado grado de integración vertical y quieren hacerlo todo evitando intermediarios. Algunos con este perfil, terminan manteniendo un negocio mediocre que, con suerte, solo les genera un ingreso básico mensual, pero no crece y termina muriendo por inanición o bien porque no se centran en la gestión, en buscar clientes, vías de financiación y el crecimiento del negocio ya que están intentando hacerlo todo.

11. El especialista

Se trata de expertos en un área de conocimiento, a veces la tecnológica y otras el marketing, las operaciones, las finanzas o los recursos humanos. También pueden ser expertos en un sector de actividad que conocen profundamente dada su experiencia. Estas personas son muy buenos en lo que conocen lo que les hace ser excesivamente individualistas o no aceptar opiniones de terceros dentro de su área de conocimiento. Se centran en su zona de confort y suelen descuidar el resto de áreas de gestión empresarial, algo que resuelven contratando expertos.

Sin embargo, no suelen tener una visión global del negocio y consideran que su área de especialización es siempre la más importante y nuclear, fuente de la ventaja competitiva de la empresa.

12. El intuitivo

Se trata de una persona con una fuerte convicción personal acerca de un determinado negocio y que tiene mucha confianza en si mismo y en su propia intuición. Normalmente ha tenido éxito poniendo en marcha otras iniciativas y su olfato no suele engañarle. No suele ser una persona analítica ni reflexiva, sino que se deja llevar por sus instintos y puede llegar a tener muy buenas habilidades de negociación, sabiendo jugar con proveedores y distribuidores como si estuviese en una partida de póker. No son amigos del análisis estratégico ni de la planificación a largo plazo, sino que piensan en el día a día a golpe de timón, cambiando de rumbo conforme lo hace su olfato de sabueso.

13. El empresario

Suele ser un individuo que conoce bien el mundo de la empresa, ya sea porque ha sido directivo o bien porque ha tenido otros negocios. Realmente no es un emprendedor, sino que monta un negocio y busca sacar beneficios mediante una buena gestión interna de costes o mejoras en la eficiencia. Suelen ser amigos del análisis y de la planificación, así como de las técnicas de gestión utilizadas en grandes corporaciones o aprendidas en escuelas de negocios, lo que en principio puede ser una rémora cuando se inicia un modelo de negocio pendiente de desarrollar, donde la agilidad en las decisiones, el proceso de descubrimiento de clientes y la propia estructura organizativa de la startup, exige menos planificación y más acción. Algunos son muy amigos de fijar numerosas y eternas reuniones de trabajo que suelen ser poco productivas, lo que coarta la iniciativa y el desempeño del resto de empleados.

14. El falso emprendedor

Son individuos que siempre han querido tener su propia empresa porque ven como muchos empresarios tienen éxito, fama y riqueza. Quiere emularlos buscando empezar un negocio que transformar en una gran empresa. También son personas que consideran que el mundo les ha tratado injustamente y que no son valorados en una empresa a pesar de su curriculum y su dedicación, incluso que sus jefes son mediocres, lo que le supone un techo de cristal. Así pues, creando una compañía, con sus conocimientos y experiencia, podrían desarrollarse más y mejor, de modo que ven en el negocio una forma de venganza hacia el mundo que no les aplaude.

El problema es que viven o han vivido en una burbuja de estabilidad y seguridad con una organización empresarial que les proporciona las herramientas y recursos para gestionar su actividad y que están acostumbrados a tener su nómina ingresada a final de mes.

15. El soñador

Es aquel que está continuamente pensando en crear un negocio o en desarrollar una idea, se pasa los días, meses y años imaginando su negocio ideal, incluso imagina diferentes negocios y sus posibilidades para triunfar. Es un emprendedor de sillón, papel y lápiz que no aterriza sus ideas, es decir, no toma la decisión de llevar a cabo el negocio, habla con unos y otros sin concretar acciones a realizar, ni siquiera tiene una oficina para desarrollarlo. Al final todo se queda en el aire y nunca hace nada serio, muchas veces porque en su fuero interno no tiene empuje, seguridad ni quiere arriesgar. Por tanto, este perfil de emprendedor, es un puedo y no quiero, o un lo dejo para mañana, alguien que adolece de lo más importante, ser capaz de pasar a la acción.

Conclusión

Así pues, son múltiples los perfiles que conforman el genoma emprendedor, sin embargo, en mi opinión, no todos los empresarios son emprendedores ni todos los emprendedores son empresarios. No es oro todo lo que reluce y tras muchas historias de éxito no siempre se esconde un emprendedor nato. Muchos han creado sus propias empresas porque no les quedaba otra opción, ya no tienen nada que perder, algo que ocurre cada vez más con aquellos empleados o directivos que han sido despedidos de sus empresas y que tienen edades que superan los 40 años, dificultando en gran medida su reincorporación al mercado laboral.

De todos los tipos mencionados, el que más crece en España es una mezcla letal, la del desahuciado y la del de falso emprendedor, muchos de ellos terminan cayendo en los brazos de las enseñas franquiciadoras, algunas muy sólidas y otras, puro humo, pero pensando que así se alcanza la estabilidad y seguridad denostada. Sin embargo, tras varios meses e incluso años sin encontrar empleo, terminan invirtiendo sus ahorros (que a veces son la indemnización recibida por el despido) o se endeudan, para montar un negocio en franquicia que piensan que invariablemente va a dar buenos frutos. Los llamo falsos emprendedores porque muchos de ellos, no todos, piensan que una franquicia es casi garantía de éxito, rentabilidad, estabilidad y seguridad, por tanto, que recibirán mensualmente una serie de ingresos que constituirán su principal fuente de sustento. No son conscientes de que habrá meses que en vez de recibir una renta (en forma de beneficios o salario artificial) tendrán que poner más dinero de sus ahorros o de nuevos créditos. Nada más lejos de la realidad, porque la franquicia, como cualquier negocio puede dar buenos resultados, pero también malos, exigiendo en ambos casos, iniciativa, empuje, trabajo y asumir riesgos.

Así pues, lo primero que uno debe analizar es si realmente se tiene madera de emprendedor, y de ser así, analizar los diferentes perfiles para ver cuál es aquel con el que mejor nos sentimos identificados y actuar en consecuencia. Una cosa es ser emprendedor y otra muy distinta tener una empresa, algo que no todo el mundo tiene claro.

 

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